lunes, 21 de mayo de 2012

Historia: La ciudad del puente


El título de esta entrada te hará pensar que voy a hablar del famoso puente colgante obra del no menos famoso ingeniero Isambard Kingdom Brunel (Brúnel para los amigos). Pero no, el puente del que voy a hablar hoy es mucho más importante, ya que no solo supone el origen de la palabra Bristol, sino la clave de que esta ciudad terminara convirtiéndose en la gran ciudad que es hoy en día.

En la antigüedad los puentes tenían un valor que ahora difícilmente le otorgamos, debido sobre todo a la proliferación de estos y la relativa facilidad con la que se pueden construir. Antiguamente un puente suponía una fuente de riqueza para aquellos comerciantes que supieran situarse a su alrededor, especialmente si este era el más cercano a la desembocadura del río (en nuestro caso el Avon) y el único en millas y millas a la redonda, como era el caso del puente de Bristol. 



Al puente original de madera lo sustituyó en 1768 el actual de piedra, ya que el crecimiento del tráfico hacía necesario un puente que aguantara un mayor tonelaje y fuera más resistente a las subidas del río. El incumplimiento de la promesa de retirar el peaje con el que se financió su construcción y la expropiación de algunas casas que “sobraban”, dio lugar en 1793 a la primera de muchas revueltas que ha sufrido esta ciudad. Estos disturbios, conocidos como The Bristol Bridge Riots, fueron especialmente violentos y se llevaron por delante 11 vidas, causando 45 heridos.



Actualmente son cientos los bristolianos que cruzan el puente a diario en coche, autobús, bici o a pie. Sin embargo solo unos pocos conocen la historia e importancia de este. Oculto bajo una estructura más moderna y situado en pleno corazón de la ciudad, tendrás una vista de él si te sitúas junto las ruinas de la iglesia de Castle Park, mirando hacia el río.



Se me olvidaba. El nombre Bristol procede del topónimo anglosajón que se le dio a la ciudad, Brycgstow, cuyo significado no es otro que “el sitio del puente”.